Capítulo 793
Capítulo 793
Aspen condujo hasta la costa, a decenas de kilómetros de distancia a la ciudad.
Carol abrió la puerta del coche y bajó, reciblendo una brisa marina que dispersó el calor de su cuerpo, bajando su temperatura considerablemente.
Aspen se acercó, lleno de afecto, tomó su mano y caminaron hacia la orilla.
En la playa había una fila de barcos pesqueros, y entre ellos, una moto acuática que resaltaba.
Aspen saltó a uno de los barcos, sacó chalecos salvavidas y gafas de protección, y ayudó a Carol a ponérselos.
Carol preguntó, “¿Me llevarás a jugar en el mar?”
Con una sonrisa, Aspen respondió, “Primero no, primero te llevaré a un lugar.”
Carol miró hacia el vasto mar y luego a él, sosteniendo el chaleco salvavidas, “¿A dónde?”
“Mi refugio secreto.”
“¿Eh?”
Aspen dijo, “Un lugar al que solo mi esposa tiene derecho a ir.”
Los labios de Carol se movieron levemente, “¿En el mar?”
“Si.”
Viendo su hesitación, Aspen preguntó, “¿Temes al mar?” Content protected by Nôv/el(D)rama.Org.
Carol no sufría de talasofobia, pero de niña fue sumergida en un tanque de agua por Dalia Paz y sus amigas, lo que la dejó don cierto temor al agua y a la
sensación de asfixia bajo ella.
Ella se consideraba alguien no solo cobarde sino también poco hábil. Ahora
apenas se atrevía a jugar cerca de la orilla, y la idea de aventurarse mar adentro le causaba pánico.
“Conmigo aquí, no tienes nada que temer.”
La promesa de Aspen fue firme. Con ternura le ajustó el chaleco salvavidas y las gafas de protección, luego le revolvió el cabello con cariño,
“Confía en mí, te protegeré completamente.”
Capitulo 703
Dicho esto, se puso rápidamente el equipo, protegió a Carol mientras subían a la moto acuática y añadió.
“Si te asustas, solo abrázame.”
Carol no se movió, pero apenas la moto acuática arrancó, Inmediatamente se aferró a la cintura de Aspen.
¡Y se aferró con fuerza!
Aspen sonrió, tranquilizándola, “Relájate, en estas aguas tu esposo manda, no habrá ningún peligro.”
Carol lo abrazó desde atrás, pero aún así no pudo evitar decir,
“Ve, ve más despacio.”
“Está bien.” Aspen redujo la velocidad de la moto acuática al mínimo, dándole a ella un sentido de seguridad y permitiéndole adaptarse.
No sabía si era porque la temperatura era más alta ese día o porque el corazón de Carol estaba alborotado, pero el fresco contacto del agua de mar en su piel no la
hacía sentir frío.
Las aves marinas giraban y graznaban sobre ellos, siguiéndolos en su camino.
Aspen les silbó, y como si lo entendieran, sus graznidos se volvieron más alegres.
Algunas, ya sea por exceso de emoción o simplemente por gusto, se lanzaban hacia el cielo y luego se zambullían directo al mar.
En segundos emergian, sacudiéndose las plumas mojadas, y volvían a volar alto, girando y graznando.
La atención de Carol se desvió, y su miedo disminuyó. Curiosa, preguntó a Aspen,
“¿Ellas te conocen?”
“Sí, cada vez que vengo les doy de comer, me tienen mucho cariño. Se ponen felices apenas llego.”
Tras decir esto, Aspen les silbó nuevamente, presumiendo en voz alta,
“¡Aves tontas, esta es mi esposa, se llama Carol!”
Carol, sin palabras, le dio un golpecito en la espalda con una mezcla de vergüenza, “¿Estás loco?!”
Aspen, sintiendo su cintura libre, aceleró de repente.
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Carol, apresuradamente, to abrazó aún más fuerte, “¡Eh!”
Aspen serio, intentando asustarla, “Abrázame fuerte, no sueltes, si sueltas, caerás.” Su tono era incluso más infantil que cuando trataba de calmar a Luca, como si ella fuera una niña de tres años.
Carol apretó los dientes y lo mordió en el hombro, sin usar mucha fuerza.
Aspen giró la cabeza hacia las aves marinas para presumir, “¡Mi esposa me mordió, lo vieron?!”
Carol:–“…“¿Desde cuándo eso es algo de lo que presumir?
Después de un rato, con el sol comenzando a ponerse, Aspen la llamó, “Carol, mira hacia adelante.”
Carol, abrazándolo por la cintura y sentada detrás de él, inclinó la cabeza para mirar hacia adelante, apenas distinguiendo una sombra en la distancia.