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Capítulo 15



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Amelia recién tocó tierra cuando vio el mensaje de WhatsApp que Pamela le había enviado.

No es que fueran amigas intimas.

Pamela se casó muy joven, además Amelia y Dorian tampoco vivian en la antigua hacienda Ferrer, las visitas eran escasas y los encuentros aun menos frecuentes. Solo coincidian en alguna que otra cena familiar durante las festividades y Pamela, siempre ensimismada en su romance, se inclinaba más por la familia del su esposo. Si su marido decia no, ella no aparecía, así que las oportunidades de verla eran minimas.

No eran cercanas en la vida real y por tanto, tampoco tenían mucho de qué hablar en linea, sobre todo porque. Amelia no era muy sociable.

Pamela, en cambio, disfrutaba de estar charlando en los chats familiares, mientras que Amelia solo respondia cuando alguien la mencionaba directamente, de lo contrario, su WhatsApp, como el de Dorian, no era más un adorno. Por eso le pareció extraño que Pamela le preguntara de la nada si estaba en casa, aun así le respondió con cortesía: “Lo siento, ayer estaba en el avión y tenía el móvil apagado. Ya no estoy allí, ¿ocurrió algo?”

Pamela habia esperado todo un día por una respuesta de Amelia que nunca llegó, ya estaba desanimada e incluso algo resentida por sentirse ignorada. Con su tipica actitud de niña adinerada, se molestaba rápido pero también se le pasaba enseguida. Aún con el enojo atorado, respondió secamente con un: “Nada, olvidalo

No es que Pamela sintiera un gran cariño por Amelia ni tampoco lo contrario. El dia anterior, su molestia por el divorcio era simplemente porque Amelia era su cuñada y le costaba aceptar la realidad de la ruptura matrimonial de Dorian. Después de una noche de reflexión, había asimilado la posibilidad

de que su hermano estuviera divorciado y en su mente, Amelia volvía a ser una extraña, alguien que habia irrumpido accidentalmente en sus vidas

Quizás porque siempre habia creído que Amanda y Dorian estaban destinados, a pesar de que su amiga había desaparecido hace años, Pamela seguía pensando que Dorian la esperaba. Por eso, cuando él apareció con Amelia, le costó adaptarse a esa nueva realidad. Ahora que todo indicaba que iban a regresar a sus vidas anteriores, a ella no le parecia tan dificil.

Incluso tendia a creer lo que su madre decía, que Dorian y Amelia se habían casado por un embarazo que al final no prosperó

Perdieron al bebe y ahora cada quien había vuelto a su camino.

En el fondo, Dorian siempre estaba esperando a Amanda.

Con esos pensamientos, Pamela empezó a sentir lástima por Amelia y ese malestar anterior se disipo al instante. Para compensar su anterior tono desagradable, le envió otro mensaje: “Cuñada, ¿cómo que estabas en un avión? ¿A dónde fuiste?”

Amelia encontraba extraño el cambio de actitud de Pamela. Un segundo antes se notaba molesta y ahora, de repente, parecia mostrarse excesivamente amable.

Aurique Pamela nunca había sido abiertamente hostil, siempre había mantenido una distancia prudente. Ella ya había percibido cierto rechazo, aunque nunca supo el motivo. Pero siendo una persona que captaba las indirectas, si alguien no la apreciaba, no se imponia.

Habían mantenido esa distancia durante dos años sin problemas, solo que Amelia no esperaba que, tras el divorcio, Pamela mostrara ese arranque repentino de calidez.

Sin entender del todo sus intenciones, contestó con sencillez: “Me fui al extranjero, surgió un asunto.”

Al recibir la respuesta de Amelia Pamela se sintió aliviada. No es que realmente quisiera saber donde estaba, más bien era una forma de aliviar ese sutil sentimiento de culpa. La respuesta de Amelia solo intensificó su sospecha de que se habian divorciado, pero tras una noche, ya no le importaba tanto, por lo que respondió,

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cortésmente. “Ah, entiendo, cuidate mucho.”

“Gracias, tú también cuidate.”

Tras una educada despedida, Amella cerró WhatsApp.

Tomó un taxi hacia su alojamiento, un apartamento que habia alquilado con la ayuda de un agente inmobiliario cerca de la universidad

Tenía mucho equipaje, y al salir del aeropuerto, Rafael se ofreció a llevar su maleta, acompañándola hasta su nuevo hogar

Ella se sintió algo apenada y después de acomodarse, invitó a Rafael a comer para agradecerle. Sin embargo, él miró su apartamento y luego dijo. “Mejor vamos al hospital primero.”

Ella se sorprendió y se sintió incómoda.

No le habia dicho a Rafael que estaba embarazada Después de todo, era un amigo del S**o opuesto con el que no tenia mucha confianza, pero él parecia haberlo notado y simplemente no lo había mencionado.

¿Qué planes tienes ahora?”, preguntó él.

La última vez que alguien le hizo esa pregunta fue Dorian.

Eso le trajo una oleada de nostalgia y tristeza.

Sonrio y negó con la cabeza, sin decir una palabra.

Rafael no insistió, solo señaló hacia la puerta: “Yo también vivo en este edificio. Si necesitas algo, puedes buscarme en cualquier momento.”

Luego sacó su teléfono, marcó el número de Amelia y colgó cuando el teléfono de ella sono.

“Este es mi número. Dijo él. “Guárdalo y llámame si necesitas algo.”

Amelia lo miró sorprendida, preguntándose cómo sabía su número.

Él pareció entender su confusión.

“Lo guardé cuando era tu tutor en la universidad. Solo quería probar si seguías con el mismo número, explicó.

Ella sonrió: “Antes me parecía una molestia cambiarlo, pero ahora estoy pensando en hacerlo.”

No solo lo mantenido ese número desde que terminó la universidad, sino desde la secundaria.

Lo había conservado desde su último año de bachillerato.

No había querido cambiarlo porque en su corazón aún guardaba esperanzas y sueños sobre aquel chico que le había dado calor durante su adolescencia, no quería olvidarlo, aunque nunca la había llamado.

Rafael la miró profundamente y de repente preguntó: ¿Cómo era él?”

Amelia se quedó quieta.

El seguía esperando su respuesta.

“Él era una buena persona, dijo ella, sin encontrar las palabras exactas para describir a Dorian. En su opinión,

el era realmente un buen hombre: amable, delicado, atento y leal en el matrimonio. En realidad, no habla nada malo en él, era ella quien era un poco codiciosa.

Rafael asintió sin preguntar más y cambió de tema: ¿Quieres que te acompañe al hospital?”

Arnelia sonnó y negó con la cabeza: “No es necesario, gracias.”

asintió y no insistió. “Cuidate.”

Cita repiico: “Lo haré”

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Después de que Rafael se fue, Amelia fue al hospital para hacerse una prueba de HCG. El resultado fue el mismo que el de la prueba de embarazo casera: estaba embarazada.

Con el informe en mano, se sentó en un banco frente al hospital durante mucho tiempo.

El sol poniente bañaba su figura delgada, alargándola aún más.

Era la temporada en que el otoño comenzaba a asomarse lentamente. En esa calle desconocida, rodeada de rostros y multitudes extrañas, bajo el atardecer, se sentia una soledad peculiar, la de un extranjero en tierra

ajena.

Amelia recordó la última vez que se enteró de que estaba embarazada y se encontró con Dorian en el hospital. A pesar de la turbulencia de sus emociones en ese momento, al verlo, sintió una oleada de sorpresa y un sentido de seguridad que la tranquilizo al instante.

Dorian apareció cuando aún no sabia que hacer y al enterarse de su embarazo, no dudó en ofrecerle una solución, asumiendo toda la responsabilidad.

En ese entonces, no tenía que preocuparse por si podria ofrecerle a su hijo un ambiente próspero y saludable. para crecer, si crecer en un entorno monoparental afectaria su salud mental fisica, o si seria cruel traerlo a este mundo sin poder ofrecerle una familia completa.

Para todas las preocupaciones que tenia en ese entonces, Dorjan le había dado una solución.

Pero ahora Dorian ya no estaba en su vida, entre ellos todo había terminado definitivamente. Aquella última mirada cruzada en el aeropuerto fue fria, como si ella fuera una desconocida; él no le ofrecería otra opción.

Ella tampoco podia buscar su ayuda, la respuesta sería regresar a la encrucijada de hace dos años o seguir adelante con la decisión actual.

Asi que, a pesar de haber pasado más de diez horas en vuelo, Amelia no habia logrado aclarar sus pensamientos sobre qué hacer.

Su decision no solo afectaba una vida, sino también su futuro.

En el fondo, queria quedarse con el bebé. Probablemente nunca se casaría en su vida, ya no tenia esperanzas de amor ni de matrimonio, pero anhelaba tener su propio hijo. Ese embarazo inesperado era como un regalo

caido del cielo.

Pero también sabía que no podía proporcionarle a su hijo una familia completa ni el amor de un padre. Le estaba quitando parte de una vida normal antes de que siquiera naciera y no sabía si eso seria demasiado cruel para el niño.

No se atrevia a tomar la decisión a la ligera.

El largo vuelo no le había dado la fuerza para decidir.

Tampoco ese atardecer melancólico y solitario.

Con el informe médico apretado en su mano, suspiró profundamente, se levantó y al girarse, su mirada se encontró con una figura alta y fuerte que la hizo detenerse en seco


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